Carta abierta a ACREES sobre DDHH

Una carta de renuncia a una presidencia regional emitida por un compañero me da la oportunidad de hacer ciertas claridades y advertir la importancia de leer todos los documentos y los mensajes que se envían para promover y capacitar en Derechos Humanos.


Lo anterior pues cuando se omiten esas tareas, que son de carácter individual y en realidad constituyen un compromiso ético personal con la defensa de la vida y de los ideales que nos comprenden dentro de ciertas agrupaciones o asociaciones, se cree equivocadamente que se delega o recae en algunas personas la responsabilidad absoluta de ese ejercicio de defensa. Justamente, quienes tenemos convicciones profundas acerca de la relación entre las luchas políticas y personales asumimos funciones mucho más allá de las asignadas por las organizaciones a las que pertenecemos y hasta creamos dichas instancias para procurar espacios donde estos temas de DDHH sean fundamentales. 


Dicho esto, fue mi decisión seguir los pasos de la capacitación, sistematización, gestión de información y atención de casos de Derechos Humanos que compañeras antecedieron (en nuestra asociación y fuera de ésta) de tal forma que lograron proteger y atender situaciones gravísimas, como también participar de fallos importantes como la sentencia STC7641-2020 proferida por la Corte Suprema sobre el derecho a la protesta.


Sin embargo, mi función ha sido mucho más precisa y operativa que mis antecesoras y ha servido para facilitar la gestión de quienes se encuentran en campo y hacen labor de atención arriesgando su propia vida en situaciones que son de evidente urgencia. Por lo que esta labor autoimpuesta -por convicción- me ha permitido observar que algun@s compañer@s desconocen el trayecto y la formación de las personas que se convierten en defensor@s de Derechos Humanos, les parece que se solicitan como a un domicilio… ignorando protocolos, su seguridad y sus propios riesgos. Luego, respondiendo la carta de aquel compañero, me parece un despropósito que use una situación (en que desconoce un protocolo necesario para poder implementar nuestra gestión) como manera de atacar a partidos políticos a los que ni siquiera pertenezco y que tampoco es mi preocupación ética o moral respaldar dentro o fuera de ninguna organización pero que no estigmatizaré para no continuar los ciclos de violencia. Entonces, me preocupa que tristemente sea instrumentalizado el caso de vulneración de DDHH mencionado en la carta de renuncia y al que podría haberse respondido mejor si se hubiese considerado el protocolo enviado previamente. 


Así, me vale más recordar cuando hacemos las invitaciones, dentro de las organizaciones a las que pertenecemos, para que las personas se sumen -todas y sin excepción- a las capacitaciones de Derechos Humanos, que se proponen (siempre) con ánimo de crear un cuerpo de respuesta colectiva para -oportunamente y de forma sensible- encarar las violencias de este país, que no sólo están vinculadas a los hechos recientes.


Lamentablemente, la lectura de los protocolos de las rutas de atención en DDHH es muy similar a la que se efectúa de los comunicados: es nula o se omite. Así como también es absurdamente sencillo culpar o desplazar la responsabilidad de hechos violentos a quienes hacemos defensa de los Derechos Humanos; y en cambio, resulta increíblemente complejo señalar a los verdaderos autores intelectuales y materiales de la violencia. Esta es simplemente otra lección más para entender la profunda facilidad que tienen las personas de estigmatizar a otras cuando prescinden los procesos y no asumen los deberes propios; y por esta vía revictimizar quienes ya padecemos múltiples violencias. 


Ahora, a las personas que son (somos) víctimas y a nosotras mismas como mujeres-estudiantes amenazadas, nos ha tocado arrogarnos desde el principio el rol del dolor, de la reflexión, de la defensa y, ahora mismo, el del perdón con un visión premonitoria porque... seguramente, en algún momento, será mucho más valioso que las personas contesten al llamado de las capacitaciones que previenen las violencias y que se transforman en apoyos permanentes para la atención de casos de violencia y vulneración de DDHH.


Por último, hago una invitación al compañero para que esta carta sea un inicio de su incansable defensa de los DDHH, en la que estoy dispuesta a acompañarle. 


Con amor, con respeto, con vida,

                                                                                                        06 de Julio de 2021


Lucía Cárdenas

Ejecutiva Nacional ACREES 

marthal.ortizc@utadeo.edu.co


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