Un currículo vital para la Educación

Colombia, 20 de febrero de 2024

Lucía O. Cárdenas

El futuro de la educación en Colombia

A mediados de este mes se me pidió resolver dos preguntas para un evento sobre el Futuro de la Educación en Colombia, al que no asistiré, pero al que aporté mis respuestas. Así que, empezaré al revés y sin citar el cuestionario.

Más allá de los referentes curriculares para la educación básica, media y superior que pudieran citarse o las innovaciones de las matrículas abiertas (de hoja en blanco) como exploraciones académicas, individuales y colectivas —que han desarrollado intrépidamente países del Norte Global, gran ejemplo la Universidad de Toronto[1]—, que presentan conocimientos de múltiples áreas y permiten que quien estudia elija la ruta y profundidad de la experiencia académica, que es una propuesta para el caso colombiano bastante flexible, y que culmina con un título profesional personalizado, se halla el reto de lo curricular como respuesta humana a un mundo que empieza a omitir con velocidades abrumadoras las capacidades de la especie y/o a reemplazarlas por desarrollos tecnológicos que implementan todos los procesos, los conceptos, las destrezas técnicas y hasta ingenieriles sin la necesidad de lxs técnicxs, lxs tecnólogxs y lxs profesionales actuales; asimismo, en simultáneo invade —por los canales de la revolución 4.0— con la oferta de formación de contenidos específicos, certificables y con demanda en el mercado (para el foro llamados postmedia), para situarse absolutamente fuera de la misionalidad de los centros de pensamiento (las universidades, las IES, etc.), esto para ser sólo aprendidos en tanto son funcionales y reelaborados para la función de producción y consumo… lejos también del arte.

Luego, las opciones curriculares de respuesta se limitan al espacio que no ocupe el mercado y que retorne la actividad primaria a los centros de pensamiento, no como adversos a las invenciones tecnológicas sino para construir una propuesta de convivencia frente al avance y el propósito de la humanidad. Es prudente entonces pensar en un currículo vital con génesis en la lectura de las condiciones iniciales de cada individuo, como principio de realidad (en nuestro caso las condiciones primarias del Sur Global) y de supervivencia, puesto que la interacción entre la educación formal y la complementaria (postmedia) tiene una ventana transicional tecnológica, de adaptabilidad con la restricción de lo (socialmente) instalado. 

Así que, en el marco del derecho fundamental a la educación, se debe plantear un espacio para la práctica educativa que cuestione su propio objetivo y el del aprendizaje. Dado lo anterior, lo primero sería: una propuesta académica para comprender la base del funcionamiento tecnológico, las enormes ventajas que tiene para resolver grandes problemas del desarrollo de la civilización; y, lo segundo, la base de un currículo no antropocentrista, que reelabore la relación entre la tecnología como lo artificial derivado del conocimiento de la humanidad y, lo humano, como lo habilitado para sentir y emocionarse. Esto quiere decir que no solo se trata de plantear un currículo fortalecido en ciencias exactas sino concreto y transversal en la ética, la filosofía, las artes, la inteligencia emocional, la justicia ambiental, la agronomía y la posibilidad de un espacio de ficción política, es decir, la posibilidad de pensar creativamente en lo social, en un planeta donde la velocidad de aprendizaje de la máquina es cuántica contrapuesta a la velocidad humana-parsimoniosa para hacer la paz. Será valioso, en este futuro (“ya”), todo currículo en que el aprendizaje se encamine a conocer, explorar y proponer el bienestar, junto con la cátedra de derechos de la humanidad, manejo del tiempo y el ocio.

Adicionalmente, el currículo vital debe cuestionar las líneas del modelo educativo económico y su financiación para que ninguno de estos factores de competencia-mercado excluya o sea obstáculo para su acceso; los objetivos de este currículo vital deben ser planteados en concordancia con la actualización de la identidad como protección del patrimonio, el saber ancestral y las diversidades. También esto en la vía de la posibilidad de reorientar rápidamente cualquier vicio —nativo de las violencias humanas— que pudiera bullir como violencia estructural algorítmica y de datos en la toma de decisiones que conduzcan a colectividades dominadas o segregadas, y se reproduzca en las nuevas aulas.  

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Lucía O. Cárdenas · @carluute
marthal.ortizc@utadeo.edu.co
3133679017

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